Asturias Paraíso Arqueológico Prehistórico (Paleolítico)
El Principado de Asturias cuenta con numerosos yacimientos arqueológicos dispersos por toda su geografía. Los restos más antiguos de la presencia humana en Asturias tienen alrededor de 200.000 años y corresponden con el neandertal de Sidrón. Desde entonces diferentes pueblos (astures, celtas, romanos…) han dejado su huella por medio de pinturas, grabados, castros, dólmenes, utensilios, termas… Estos hombres se han adaptado a los sucesivos cambios climáticos, variedad de fauna y flora, lo que ha generado una gran diversidad cultural. De ahí la multitud de yacimientos arqueológicos: arte parietal, arte tumular, cultura castreña, villas romanas… que van desde el Paleolítico hasta la Época Romana. De las numerosas cuevas prehistóricas del paleolítico, os ofrecemos información de una selección de las mismas:
Cueva de Tito Bustillo
Con el Homo Sapiens aparece una forma nueva de expresión artística del arte del Paleolítico Superior cuyo máximo exponentes es La Cueva de Tito Bustillo. Es uno de los grandes santuarios del arte paleolítico de Europa y Patrimonio de la Humanidad desde 2008. La Cueva de Tito Bustillo fue descubierta en 1968 por el grupo espeleológico Torreblanca del que formaba parte Celestino Bustillo, quien murió días después del descubrimiento en accidente de montaña.
La Cueva de Tito Bustillo es, en realidad, un conjunto de galerías llenas de pinturas y grabados a lo largo de 800 metros. Las representaciones más antiguas datan de hace 25.000 años y las más recientes de hace unos 10.000 años. Destacan representaciones de animales: caballos, renos, cabras y bisontes. No obstante las pinturas más características son las representaciones del cuerpo femenino aprovechando los salientes de las rocas sobre las que estan pintadas: son las famosas «vulvas«. También hay representaciones fálicas.
En las galerías se han encontrado útiles de silex como arpones a partir de huesos de animales, buriles, raspadores…
Para preservar las pinturas el número de visitantes está restringido a 360 personas al día. La visita es guiada y dura una hora. La temperatura es de unos 12º y la humedad del 98% por lo que se recomienda llevar ropa adecuada.
De forma complementaria se puede visitar la contigua Cuevona de Ardines: tiene una amplia zona central. En las proximidades se encuentra el Centro de Arte Rupestre de Tito Bustillo, que ofrece una visión de conjunto de la prehistoria asturiana, en particular de la propia cueva.
La cueva se localiza en Ribadesella a unos 300 metros del puente sobre la ría en la Avda. de la Cueva de Tito Bustillo. Ridesella se encuentra a unos 80 kilíometros de Oviedo. Debemos coger la autopista A-8 o bien desde Arriondas a Ribadesella por la N-634, paralela al río Sella.
Cueva de Candamo
La Cueva de Candamo está situada en el concejo asturiano de Candamo y concretamente en la localidad de San Román de Candamo. Conocida desde antiguo por los habitantes de la zona, el descubrimiento científico lo realiza Hernández Pacheco (catedrático de Geología de la Universidad Complutense) y casi simultáneamente, el Conde de la Vega del Sella (importante prehistoriador asturiano) la identifica.
El trato de las pinturas al no haber control sobre las visitas, hizo que las pinturas y los grabados sufrieran un grave deterioro, lo que obligó al cierre, realizándose estudios de conservación y recuperación. La cueva fue reabierta al público en 1980.
Las pinturas se creen que datan de hace unos 18.000 años. Debieron tener un carácter mágico-religioso. No se encontraron muchos utensilios en el interior. Tiene unos 60 metros de longitud. Consta de diversas estancias y el recorrido se inicia en la Galería de Entrada.
El Salón de los Grabados contiene el panel más importante: el Muro de los Grabados, que posee una compleja composión de figuras en las que se representan ciervos, caballos, bisontes, cabras y un rebeco. Las técnicas empleadas son variadas y mezclan pintura con grabado. El Camarín, en el fondo del salón, es tal vez el conjunto más espectacular de la cueva. En la parte superior hay una pared en la que se representan bóvidos, caballos, una cabra y una figura incompleta de un toro. En el mismo salón se encuentra el Talud Estalagmítico, un mural con figuras de caballo. En la Sala de los Signos Rojos se encuentran puntos, líneas y otros símbolos, que algunos interpretan como femeninos y masculinos.
Para ir a visitar esta cueva prehistórica, partiendo de Oviedo, debemos coger la autovía hacia grado (A-63), tomar la salida nº 19 (Grado Norte-Sestiello), ir hacia Grado por la N-634 y en la entrada encontramos un desvío a la derecho que indica Pravia-Soto del Barco-Avilés. Después de pasar Villamarin y la estación de Sandiche encontraremos el puente sobre el Nalón, giramos a la izquierda y en unos metros vemos el desvío hacia Grullos, en la derecha por la AS-237 para llegar a San Román de Candamo.
Cueva del Pindal
Acercarse a la Cueva de El Pindal puede resultar también una excursión gratificante para los ojos. Está situada en el Cabo de San Emeterio, sobre el mar, en una espectacular panorámica de la costa acantilada Además cuenta con una senda por la costa alta para pasear sin prisa y admirar el mar Cantábrico y uno de sus litorales más sorprendentes.
La cavidad, alargada y de unos 400 metros de longitud, nunca estuvo habitada. Los artistas del paleolítico que vivieron en la actual Ribadedeva eligieron la cueva por resultarles apropiada a sus fines artísticos, y no tanto por sus posibilidades como casa u hogar. En ella dejaron un profundo testimonio de su tiempo a base de retratar la naturaleza y buscar signos más complejos para explicar el misterio de la existencia. Usaban tonos ocres y negros; con ellos trazaban fundamentalmente contornos de animales. A la postre las pinturas serían símbolos para identificarse como grupo. La cueva que los vio nacer llegó a convertirse en un santuario para sus inmediatos descendientes y en una joya para la humanidad a nuestros ojos.
La caverna consta de un vestíbulo de unos diez metros de ancho, al que continúa una amplia y única galería. El recorrido guiado por la cueva nos conduce a dos zonas principales. Las dos cuentan con decoración. La primera está a unos cien metros de la entrada y allí encontramos la cabeza de un caballo rojo. Más adelante, y siempre entre los perfiles resaltados en roca de la misma galería, descubrimos otra cabeza de caballo, esta vez esquematizada con líneas negras, así como un cérvido pintado en negro que se sospecha sea un reno. Un poco más adelante vemos signos con aspecto de árboles. La segunda zona que podemos diferenciar de esta primera se encuentra a unos doscientos cuarenta metros de la entrada.
Aquí está el panel principal, que consta de un grupo importante de figuras. En este punto son tan abundantes las pinturas como los grabados. También proliferan los signos. Además de los puntos se hallan formas más complejas con aspecto de maza. Las pinturas, por su grado de abstracción artística cabe situarlas en un estadio avanzado.
Desde principios del siglo XX, la Cueva del Pindal forma parte del Patrimonio Artístico Regional. Posteriormente es declarada Monumento Nacional. En un trabajo de investigación llevado a cabo por expertos del arte rupestre, en 1954, se logran datar 45 pinturas, las más destacadas son 9 caballos, 11 bisontes, 2 elefantes, 3 cérvidos, 1 jabalí y 1 pez, un amplio abanico de la fauna de la época. La estrecha relación simbólica que unía al hombre y a la naturaleza animal salta a la vista. Otro tipo de relaciones, de carácter supersticioso o sobrenatural, corresponden al criterio de los analistas contemporáneos.
Por otro lado, la presencia de un elefante, un mamut más concretamente, silueteado con trazos rojos y un tanto desvaídos, tiene una gran importancia en el arte rupestre conocido en la península, ya que este tipo de representaciones son muy escasas. Además nos hablan por sí mismas de un clima extremadamente frío, como ya se apuntó. Y realmente hubo mamuts. Muy cerca, en los límites del concejo de Ribadedeva con el vecino concejo de Llanes, hace pocos años se descubría íntegro un esqueleto de este tipo de paquidermo. Esperaba a los investigadores en una cavidad del acantilado que en pleamar quedaba oculta por el agua. El rescate fue muy dificultoso pero se concretó, y la realidad de sus fósiles sirven ahora para constatar la veracidad de las pinturas paleolíticas, de las que nunca dudamos.
Estas muestras pictóricas pertenecen al Paleolítico Superior, en una imprecisa era posglaciar que se iniciaría hace 18.000 años y concluiría en el periodo Magdaleniense, 6.000 años antes de nuestra era. Sus autores eran cazadores y recolectores, especializándose en los últimos siglos en el marisqueo por el litoral marítimo, situado entonces más al norte del que hoy conocemos. Estos habitantes finales darían lugar al concreto periodo Asturiense dentro del citado Magdaleniense, caracterizado por sus útiles específicos para la tarea de la recolección de moluscos y crustáceos, y por la presencia de grandes concheros a la entrada de las cavidades.
Según Adolfo Rodríguez Asensio (profesor de Prehistoria de la Universidad de Oviedo y arqueólogo), El Pindal «es uno de los santuarios más completos que dejó el hombre de aquella época».
Para llegar a la cueva debemos ir por la carretera N-634, tramo Llanes-Unquera, hasta aproximadamente 4 km de Colombres, donde se toma un desvío a Pimiango. Desde esta localidad, se sigue por una estrecha carretera que finaliza en las proximidades de la cueva.
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