Mieres

Mieres Mieres

Dice una de las canciones más emblemáticas de Victor Manuel «Asturias verde de monte y negra de minerales», y qué razón tiene. Mieres ha sido siempre un referente en la industria minera, con sus alegrías y sus penas. Y ello nos deja hoy huellas imborrables en sus gentes, en su arquitectura, en sus caminos e incluso en su aire.

El río Caudal, afluente del Nalón, discurre por el valle central de Asturias y en sus inmediaciones se instalaron varios pozos mineros. Puede decirse que sin el río, nada hubiera sido igual.

Mieres, junto a Langreo, es capital minera por excelencia en Asturias. Si bien esta actividad económica está de capa caída, su importancia ha quedado grabada en el concejo para siempre. Con unos 40.000 habitantes y a unos 20 kilómetros de Oviedo, Mieres del Camín, es el punto de partida perfecto en el recorrido por la minería. De nuevo nos topamos con un museo abierto en el que podemos elegir qué visitar y cómo hacerlo.

Marques de Camposagrado

Marques de Camposagrado

Comenzamos junto al ayuntamiento, nexo de unión entre los barrios que se encuentran a cada lado del edificio. Las construcciones que hoy en día albergan edificios públicos tienen gran significado histórico. El actual instituto se enclava en el Palacio del Marqués de Camposagrado y tiene consideración de Bien de Interés Cultural. La casa de cultura, con gran actividad, fue antaño la escuela de capataces mineros; y en el ayuntamiento hubo un refugio antiaéreo. Sin desviarnos de nuestro objetivo principal, no podemos irnos de Mieres del Camín sin tomar una botella de sidra en la Plaza Requexu. Como no hay tráfico, es un enclave seguro para los más pequeños y un el lugar ideal para mantener una conversación que se va alargando ella sola, como si el tiempo hubiera decidido pararse entre esas fachadas tan tradicionales y las bonitas ventanas de madera. Esta plaza es, a su vez, el punto inicial de la senda verde del antiguo ferrocarril Baltasara.

La aparición del carbón supuso un antes y un después en el concejo. Prueba de ello son todos los rincones visitables. Si elegimos hacerlo a pie, la senda fluvial tiene como parada obligatoria Bustiello. Este antiguo poblado minero es todo un referente del patrimonio industrial español. La iglesia y el sanatorio nos trasladan a otra época, y el centro de interpretación nos permite profundizar en ella para sentirnos como un habitante más. Se trata de un enclave singular pues las casas de los trabajadores no eran la mayoría de las veces como las que aquí nos vamos a encontrar.

Otro lugar imprescindible en nuestra ruta minera es el Valle de Turón. Podemos recorrer sus 15 kilómetros a pie, en bici o en coche mientras percibimos como los elementos mineros se han introducido en la naturaleza. Veremos locomotoras de los años 20 y 30; el Pozo San Inocencio o el Socavón de La Rebaldana, que impacta por su realismo. Fue restaurado por los propios mineros del concejo y no le falta ningún detalle. Otro espacio visitable es el Pozo Santa Bárbara, restaurado y abierto al público desde hace no mucho, fue de vital importancia en su otra vida. Se trata de uno de los primeros pozos verticales que se profundizó en Asturias (allá por 1914) y el primero en ser catalogado como Bien de Interés Cultural.

Si nos apetece ver el contraste del Mieres minero con un Mieres más señorial, podemos visitar el Valle de Cuna e ir en busca de sus palacios. El primero, el Palacio de Abajo (1736) en contraposición al Palacio de Arriba, del siglo XVI y que hoy en día está completamente restaurado. Este tándem recibe el nombre de Palacios de Cenera.  También está el Palacio de los Velázquez de Prada, del siglo XVII y que cuenta con palomar, cuadras, panera, fuerte y la casa de los guardeses en un excelente estado. La casona de Viade del siglo XVII y la de Juan Íbero del XIX son otros dos ejemplos. De ésta, cabe destacar su colorido y su mezcla de elementos tradicionales y cultos. Y por último, el Palacio del Vizconde de Heredia (o de Villareo, XVII – XVIII) con su torre y su capilla, antaño privada y de la que hoy disfrutan todos los vecinos.

Mieres y la minería irán de la mano por mucho que pase el tiempo, pues esta actividad quedará grabada en la memoria de sus habitantes. Unos porque vivieron sus mejores momentos con ella, para otros es sinónimo de algo no tan bueno, pero para todos es un denominador común. Han aprendido del pasado para mirar al futuro, ofreciendo a sus visitantes sus mejores galas, su carisma y su saber hacer. Permitiéndonos aprender y disfrutar de la actividad que ha marcado sus últimos cien años, logrando que su aire histórico de pequeña ciudad industrial se fije en nuestra retina y nos recuerde que nosotros algún día, paseamos por sus calles, sus caminos o simplemente disfrutamos de esa botella de sidra en la Plaza de Requexu como un mierense más.

Katia