Ruta del rio Dobra hasta la olla de San Vicente

Para disfrutar de un paisaje maravilloso no es imprescindible trepar hasta lo alto de una cumbre. La naturaleza nos facilita las cosas de tal manera que nadie puede negarse. La ruta que os proponemos es fácil, sin grandes desniveles, apta para todas las edades y no por eso deja de ser atractiva y bella.

 

RUTA  DEL RIO DOBRA HASTA LA OLLA DE SAN VICENTE

El río Dobra nace en el municipio leonés de Valdeón, y tras bordear el macizo occidental de los Picos de Europa, se junta con el río Sella en las proximidades del pueblo de Tornín en Cangas de Onís. Este río ofrece algunos de los paisajes más espectaculares del entorno de los Picos de Europa, y alguna de las excursiones más interesantes del oriente de Asturias.

Para llegar al punto de partida hay que tomar la N-625 desde Cangas de Onís en dirección Riaño-Puerto del Pontón y a 7 km., tras superar el pueblo de Tornín, se encontrará un cartel con el nombre del Río Dobra y un restaurante a la izquierda llamado “Puente del Dobra”. Este será el punto de partida, y el lugar para dejar el coche.

Esta ruta, sin grandes desniveles nos llevará entre 30 o 40 minutos hasta la Olla de San Vicente a lo largo de 2,5 kms. Es una ruta fascinante desde el primer momento pues todo el rato se camina entre un bosque de ribera compuesto por especies como alisos, chopos, avellanos, fresnos, castaños, robles, acebos y otras especies, entre las que se va asomando discretamente o mostrándose en todo su esplendor el cauce cristalino del Dobra, uno de los ríos de montaña más bellos de todo el entorno de los Picos de Europa de un color verde esmeralda.

Ojo puente medieval

 

A unos 10 minutos de iniciada la marcha aparece entre la vegetación el magnífico puente medieval, de un solo arco apuntado, construido posiblemente en torno al S.XIII. La obra forma parte de la principal vía de comunicación del territorio de Cangas de Onís con la meseta desde tiempos romanos hasta finales del S.XIX. Esta calzada, conocida a partir del S.XVI como Senda del Arcediano en honor a su gran restaurador (Don Pedro Díaz de Oseja, Arcediano de Villaviciosa), salva la cordillera cantábrica por el territorio de Amieva, los puertos de Beza, para dirigirse desde Soto de Sajambre hacia el Puerto del Pontón. Para entender este trazado hay que tener en cuenta que el actual trazado de la carretera N-625 discurre por el interior de un espectacular desfiladero, totalmente inaccesible e infranqueable hasta que se acometió la gran obra de ingeniería de la carretera actual a finales del S.XIX.

El pozo situado justo bajo el arco del puente es un frecuentado lugar de baño para los cangueses en la época estival, aunque se descubrirán numerosos rincones de similar belleza hasta el final del recorrido. Las cristalinas aguas permitirán ver con toda claridad truchas, reos, posiblemente algún salmón; sobrevolando la cortina de agua mirlos acuáticos, garzas… y si hay mucha suerte a lo mejor se puede avistar algún martín pescador o alguna nutria… o por lo menos los indicios del paso de algunos animales que hay que saber interpretar, como los agujeros de los troncos hechos por los pájaros carpinteros.

 

Poco a poco el sendero va remontando ligeramente y se aleja unos metros del río para adentrarse en una zona de prados, con cuadras y abundantes frutales, que abrirán la perspectiva hacia las partes altas de las montañas, hasta ahora ocultas por la vegetación.

Al final de la zona de prados la pista forestal finaliza y da paso a un sendero más estrecho que se dirige por el mismo borde del agua hacia un escarpe rocoso. Se inicia así la parte más “difícil” del trayecto, ya que la hasta ahora ancha pista se convierte en un sendero de montaña y caminar sobre un suelo un poco irregular excavado en la roca, con tramos de piedra suelta o surcados de raíces. De todos modos incluso este tramo es fácil y perfectamente accesible para cualquier paseante del recorrido.

Los recodos del camino ofrecen paisajes cambiantes que combinan vegetación, montaña, algún caserío en la zona alta, y la permanente presencia y sonido del agua. Los amantes de las plantas podrán descubrir numerosas flores silvestres o comunidades de setas entre el sotobosque.

Tras salvar una zona irregular, el camino gira a la izquierda y recupera nuevamente un nivel plano donde aparecen lo que fueron en otro tiempo zonas de pradería de siega y cultivo. Tras los avellanos del fondo aparece la meta y la recompensa: un claro en el bosque bordeado de blanquísimos cantos rodados que circundan una redonda masa de agua de un verde esmeralda y, al fondo, un estrechamiento rocoso por donde el Dobra se precipita en forma de cascada. Es la Olla de San Vicente, un paraje idílico difícil de olvidar. Y en verano, un magnífico lugar para darse un chapuzón en una piscina natural de incomparable belleza.

El regreso se hará por el mismo camino. En total el tiempo invertido entre la ida y la vuelta no supera las dos horas, y la distancia recorrida es de unos 5 km.